Llevan un rato discutiendo, sentados en el banco del parque. Ella le da vueltas en la mano a una rosa roja mientras él se limita a resoplar mirando al suelo y pensando en lo que ella le acaba de decir. Aún sigue sin asimilarlo.
-Sigo sin enterdelo
-No hay nada que enterder
-¿Por qué quieres dejarme?
-Ya te lo he dicho. He conocido a otro chico. Me gusta.
-¿Y yo? ¿Qué hay de mí, de nosotros?
-Te sigo queriendo. Pero ese chico nuevo me atrae mucho, quiero saber si podemos llegar a algo más.
-¿Lo dices en serio? ¿Me vas a dejar porque quieres comprobar si tú le gustas?
-Sí.
Él, que llevaba días notandala de una forma extraña, distante. Como si quisiera contarle algo importante y no sabía cómo hacerlo. Para ayudarla y hacérselo más fácil, él organizó un día especial. Le preparó el desayuno y se lo llevó a la cama. Se ducharon juntos e hicieron el amor. La llevó a comer y después dieron un largo paseo sin fin. Fueron a cenar a un restaurante y él le dije que le contara lo que le rondaba por la cabeza. Ella respondió que lo haría después de la cena.
Al acabar la cena, el chico la llevó al parque donde esa misma tarde habían dado el paseo y se habían besado. Justo cuando se sentaron, una mujer pasó por allí vendiendo flores. Él le compró una con mucha alegría y ella la aceptó sin mucho entusiasmo.
-Adelante, qué me vas a contar. -él rebosaba alegría por doquier. Ya se había hecho una idea de lo que ella quería contarle: que estaba embarazada. A sus veinticinco años, después de cinco años de novios y dos viviendo juntos; iba a ser padre.
-Lo siento -él se extrañó, no se esperaba que comenzase a hablar así. -quiero dejar lo nuestro.
-¿Qué? -el chico sigue sin asimilar lo que ha escuchado.
-Que quiero dejarte. He conocido a otro chico.
Sigo sin enterdelo -dice él sin mirarla.-No hay nada que enterder -añadé ella mientras mirá la rosa roja.
-¿Por qué quieres dejarme? -ahora la mira, valiente. Desafiante.
-Ya te lo he dicho -ella no se atrevé a mirarlo. Pero coge fuerzas y se atreve a decírselo a los ojos. -He conocido a otro chico. Me gusta.
-¿Y yo? ¿Qué hay de mí, de nosotros? -él esta apunto de llorar. Pero aguanta las lágrimas.
-Te sigo queriendo. Pero ese chico nuevo me atrae mucho, quiero saber si podemos llegar a algo más.
-¿Lo dices en serio? ¿Me vas a dejar porque quieres comprobar si tú le gustas? -ella se piensa la respuesta.
-Sí -añadé tras unos segundos. -Al menos he sido sincera contigo. -él sigue sin creerse nada de lo que le está pasando.
La chica se levanta, se acerca a él y pone su rostro a la altura de la de él. Le besa. Aún le quiere pero ella quiere vivir aventuras, pues a sus diecinueve años es lo que le toca. Y se marcha, dejando la rosa roja donde ella había estado sentada. Y él, que sigue sin comprender nada, se queda allí, observando como se marcha el amor de su vida y quizá, solo quizá, vuelva algún día. Y él la esperará, sentado en ese banco con una rosa roja a su lado, guardando el sitio de ella.
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